Probablemente, el mercado residencial español nunca más volverá a ser lo que fue. El regreso de un “boom” inmobiliario similar al observado entre 1998 y 2005 necesitaría que el tipo de interés nominal fuera negativo, las entidades financieras concedieran préstamos por el 150% del precio de la vivienda y la ampliación del plazo de devolución de las hipotecas redujera la cuota mensual prácticamente a la mitad. Evidentemente, en el futuro, ninguna de las anteriores características tendrá lugar. Debido a ello, la crisis actual será sustituida por un período donde las alzas de precios difícilmente superaran la tasa de inflación. A corto y medio plazo, el mercado de la vivienda en España no tendrá para los inversores un significativo interés, excepto si compran las propiedades con un significativo descuento respecto a su valor de mercado.
Las crisis inmobiliarias no han durado prácticamente nunca uno o dos años, sino generalmente bastantes más. No obstante, en ellas hay que diferenciar la evolución de las ventas de la observada en el precio. En la actualidad, las primeras han tocado fondo. La demanda real es prácticamente inexistente. En concreto, con respecto a 2006, la mayoría de promotores vende un 80%-90% menos. Por tanto, el ritmo de comercialización no puede empeorar. Creo que las sustanciales bajadas de precios realizadas por promotores y propietarios de viviendas harán que a partir de septiembre de 2008 la demanda se reactive progresivamente. Los compradores serán principalmente los buscadores de “chollos”. Sin embargo, la evolución de las ventas continuará siendo insatisfactoria durante bastante tiempo. En lo que concierne al precio, ésta bajará de forma sustancial entre 2008 y 2010 (bastante más de un 20%, diga lo que diga la incalificable estadística del Ministerio de la Vivienda). En 2011, si la economía española creciera por encima del 3% (tengo serias dudas sobre ello).
En la próxima década, la vivienda libre dejará de ser un gran negocio para los promotores. Los motivos serán: la pérdida de población,la existencia de un exceso de oferta en numerosas poblaciones, la competencia desleal de la Administración y las menores facilidades crediticias otorgadas por las entidades financieras. Por tanto, aquéllos que pretendan obtener rentabilidades similares a las conseguidas en el pasado únicamente tienen una opción: realizar promociones en el extranjero.
Fuente: Laplaza
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