No esperes que Lorenzo Milá o Matías Prats te cuenten con crudeza lo que está pasando y lo que está por venir. Los medios de comunicación defienden grandes intereses políticos y económicos, y ya se cuidarán mucho de evitar hablarte como si fueras un adulto. En el mejor de los casos se limitarán a decirte que los datos económicos son negativos, y que suben los precios y baja la Bolsa. Afortunadamente, todavía nos queda la blogosfera como único reducto de libertad de expresión, aunque ya veremos lo que nos dura.
En los próximos meses podemos vivir un desplome similar al del 29, con el agravante de que la globalización provocaría sin duda un derrumbe económico a nivel mundial y, como es lógico, el pánico se apoderaría de la población. Lo que sucedió en Argentina y su tristemente célebre corralito acabarían extendiéndose por todo el planeta como un reguero de sangre: la nuestra. La situación es muy alarmante porque, a esta colosal crisis económica, hay que añadirle la alimentaria y la energética. Un cóctel extraordinariamente explosivo.
Un simple vistazo a la prensa de los últimos días nos arroja titulares que, si no estuviéramos tan inmunizados ante las malas noticias, nos invitarían a una reflexión tan profunda como preocupante. Veamos: los bancos españoles necesitan urgentemente 62.000 millones de euros para financiarse, es decir, más de diez billones de las antiguas pesetas; el Royal Bank of Scotland ha alertado a sus clientes de una inminente crash que provocará un desplome de las bolsas y del crédito; y Morgan Stanley, por su parte, avisó la semana pasada del riesgo de un "evento catastrófico".
Hasta Ross Perot, empresario y ex-candidato a la presidencia norteamericana, avisó de que su país no ha vivido una crisis semejante desde la Gran Depresión. Baste añadir que la deuda gubernamental de Estados Unidos está próxima a los diez billones de dólares. Por todo ello podemos estar asistiendo, aunque suene a película de ciencia ficción, al final de una era. El riesgo de corralito está dejando de ser una lejana hipótesis para ir poco a poco adquiriendo visos muy reales. O mucho me equivoco o el próximo otoño va a ser la mar de movidito.
Y si nos centramos en nuestra economía doméstica, la situación todavía es peor. Muy probablemente los ERES se van a multiplicar en esta legislatura con lo que, como advertimos en esta web hace meses, de aquí al 2010 el paro puede acercarse al 20%. Y por dar sólo un dato más para el optimismo', nuestro endeudamiento exterior actualmente es un 150% del PIB. O sea, que podemos estar próximos a cerrar por derribo.
Por todo ello no es de extrañar que S. McCoy haya escrito "Vergüenza parlamentaria y la quiebra de la Seguridad Social" en elconfidencial.com. Su magnífica columna de hoy es una mezcla de indignación e impotencia, al constatar el chalaneo que se trae entre manos nuestra casta política, mientras sus votantes nos estamos desangrando. Además nos previene de que el escaso Estado del bienestar que disfrutamos actualmente, y que comparado con el de la verdadera Europa no pasa de ser un mal chiste, puede estar en las últimas si un milagro no lo remedia. Quizá éste sea el peor momento para tener un gobierno laico.
Pero a nuestros políticos todo esto les da igual porque están blindados y gozan de una impunidad absoluta. Ellos prefieren dedicarse a debatir sobre los derechos de los simios y las bibliotecas feministas, mientras la ciudadanía está empobreciéndose a marchas forzadas. Muchos de quienes conforman esta oligarquía jamás imaginaron que fuesen a alcanzar unas cotas tan altas siendo tan sumamente pequeños, por eso no es de extrañar que esta pandilla de sinvergüenzas apelen al optimismo y la alegría, tras haberse forrado a manos llenas a costa de arruinar a millones de familias. ¿O es que acaso eres tan iluso como para creer que los casos de Marbella y Estepona son la excepción y no la regla? Pero la culpa es nuestra, tuya, mía, de todos, por creer que nuestros derechos democráticos se limitan a votar a estos iletrados próceres licenciados en latrocinio. Como dice McCoy, se impone una rebelión cívica. Cuanto antes.
Escrito por: Fernando Solera
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