29 de julio de 2008

The last picture show – 1

El film que da título al texto de hoy (Peter Bodanovich, 1971) está considerado de culto (The Internet Movie Database le otorga una puntuación de 8,0 sobre 10,0). Con el trasfondo de contar la historia del cierre de una sala de proyección de una pequeña localidad de USA, lo que hace el film es narrar las inquietudes de unos teenagers que están a punto de dejar de serlo; esos jóvenes se topan con la realidad mientras la sala proyecta su última película. Sencillamente, magistral.

A lo largo de los últimos meses, en días sueltos, les he contado manifestaciones que me han realizado personas próximas, en el sentido de que tal situación, tal evento, era ‘la última’ o ‘el último’ que iban poder disfrutar: las ‘ultimas Navidades’, las ‘últimas vacaciones’, … ayer, un colega me comentó que hace unas semanas, mientras iba conduciendo por una autopista francesa, tuvo la sensación de que aquella estaba siendo la última vez que iba a ver miles de automóviles, desplazándose a donde quisieran y consumiendo la cantidad de combustible que les apeteciera. Otras personas, de otras maneras me han manifestado sensaciones semejantes. La idea es siempre la misma: ‘esto se está acabando y ya no va a volver’.

Y es que estamos viviendo los últimos coletazos de una forma de vida que se va a acabar y ya no va a volver.

El pasado Jueves, al rato de que el BCE anunciase la subida de los tipos, me telefonearon desde RAC 1, una emisora generalista que emite en Cataluña, a fin de que, en directo, comentase dicha subida. Como era de esperar, lo primero que me preguntó el conductor del programa fue mi opinión sobre la subida y, por comentarios que me han realizado personas que me oyeron, sorprendió lo que dije: que al subir los tipos el mensaje que se estaba dando el BCE era el de que la economía europea aún podía soportar una subida de tipos, es decir, que la economía no estaba tan mal que no pudiera aguantar una vuelta de tuerca tal y como el manual indica, en otras palabras, que la situación económica aún soporta que el control de la inflación continué siendo lo más importante.

Dije más cosas, que cuando, independientemente del nivel de precios los tipos no suban, o desciendan, esa será la señal de que la cosa se acabó, y dije que lo primero, el estancamiento, pasaría a finales del 2008, principios del 2009, y que los descensos se irían produciendo a lo largo del 2009 y del 2010 hasta que no hubiera nada para reducir.

Tal y como lo veo, los tipos han dejado de ser indicativos de nada. La gente de la calle no va a realizar ninguna compra por el hecho de que los tipos desciendan un 0,25% o va a dejar de hacerla porque suban un 0,25%. Las entidades financieras no van conceder un crédito o van a dejar de concederlo por el hecho de que los tipos se muevan un 0,25% arriba o abajo. Las decisiones de compra, de inversión, ya no se toman pensando en si los tipos hoy son un 0,25% más elevados o más reducidos que ayer. Las decisiones ya se están tomando pensando en las expectativas: de conservar el empleo, de obtener este pedido, de mantener aquel contrato. Los tipos hoy, ahora, se están convertiendo en un mero indicador de cómo van las cosas. Y, de momento, aguantamos: “Haremos lo que sea necesario para controlar los precios”, lo dijo ayer M. Trichet; mi lectura: de momento podemos seguir preocupándonos de los precios: aún no están las cosas tan jodidas como para que los precios ya no nos preocupen.

(Tras arduas negociaciones -¿qué, exactamente, significa ‘arduas’?- la UE y los países de Latinoamérica (los del caribe van por otro lado) han acordado que la primera rebajará los aranceles que gravan las exportaciones de bananas que efectúan los segundos: de 176 €/Tm hoy, a 114 €/Tm en el … 2016; 62 € en ocho años; de media, el 4,4% anual: la inflación y un poquito más. ¡2016!: teniendo en cuenta lo que viene, la eternidad. La economía mundial, justo estará comenzando la recuperación tras cinco años de crisis y estancamiento. La UE estará deshecha, Latinoamérica.... Me pregunto si se continuarán consumiendo tantas bananas).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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