Recientemente el semanario Stern publicó un reportaje en el que se mostraban los sueldos de 100 alemanes de distintas profesiones, edades y procedencias. El dato más significativo eran los salarios que percibían: éstos raramente eran inferiores a los 2.000 euros brutos mensuales, salvo algunas contadas excepciones, como peluqueras o empleadas de la limpieza. Los salarios de 3.000 euros para arriba menudeaban y no sólo entre analistas financieros o médicos, sino también entre empleados del servicio de limpieza municipal.
Me gustaría ver algún medio español que intentara replicar el estudio para España, utilizando una muestra similar. Sería sorprendente ver la cantidad de gente, con trabajos que requieren de alta cualificación que están percibiendo menos de mil euros mensuales. El segundo resultado sorprendente podría ser ver cómo dos personas trabajando en la misma actividad (e incluso en la misma empresa), pueden percibir remuneraciones totalmente distintas, sólo por el hecho de que uno de ellos tiene 45 años y el otro “sólo” 32 años.
Recientemente, con el fin de preparar un artículo en una revista, eché un vistazo a Infojobs y segmentar las ofertas por el salario mínimo que ofrecían. Para un trabajo que requería de titulación universitaria, el número de ofertas que ofrecían un salario igual o superior a 30.000 euros brutos anuales (lo que traducido significa cobrar 1.700 brutos netos mensuales) era testimonial. Únicamente ofrecían salarios de este tipo para médicos, directores de oficina bancaria, comerciales en sectores especializados y para directivos de Pyme. El rango de salarios que más menudeaba estaba alrededor los 18.000 euros anuales (900 euros netos al mes). Si se eliminaba la exigencia de estudios universitarios por educación secundaria se producía una ligera variación a la baja en los salarios.
Que los salarios fueran más bajos en España que en Alemania porque el coste de la vida es inferior, sería perfectamente comprensible (eso es lo que sucedía hace un par de décadas). Sin embargo, el coste de la cesta de la compra es actualmente igual o superior. Y como muestra, un botón. Hace unas semanas tuve que comprar en Munich un tubo de dentrífico. Por cuestiones de gustos, adquirí uno de la marca Signal. El precio: 85 céntimos de euro. Este mismo tubo, de la misma empresa, cuesta en cualquier supermercado español aproximadamente 1,30 euros. Debo clarificar que (a) lo adquirí a precio normal, sin promoción alguna ; y (b) lo adquirí en un supermercado situado en el aeropuerto y abierto en día festivo, por lo que seguramente salió más caro que en cualquier otro establecimiento. Sorprendido por la diferencia de precios, me dediqué a analizar precios de distintos productos que pueden encontrarse en ambos mercados en idénticas condiciones: salvo los productos alcohólicos, el resto tenían un precio igual o inferior.
Quizá debamos contratar a una private equity durante una temporada para que realice algunas reformas estructurales en la economía española, ya que la evidencia muestra que existe demasiadas ineficiencias tanto en el mercado de trabajo, como en el mercado de productos. Difícilmente podemos ser competitivos con unos trabajadores mal pagados y peor motivados, y con unos mercados donde la falta de competencia es alarmante.
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