26 de septiembre de 2008

China, y más

El error más fundamentalísimo que ahora se está cometiendo, entiendo, no tiene que ver con el crudo, ni con la inflación, ni con el dólar, ni con la cotización del cobre, tiene que ver, insisto: entiendo, con el enfoque futuro que se está dando a las cosas.

Se dice: como el control de la inflación ha sido esencial hasta ahora, en el futuro va a continuar siéndolo; como el dólar es una divisa eje del sistema financiero mundial, mañana también lo será; como desde hace un porrón de siglos los Estados han sido quienes han marcado las líneas divisorias de poder a nivel planetario, dentro de diez años, o de cien, así va a seguir siendo. Pues tal y como yo lo veo, eso no va ser así. Ya hemos hablado de esto, pero pienso que, de nuevo, vale la pena abordarlo.

Los Estados han sido esenciales, cierto, … hasta que una compañía fue capaz de ‘saltarse’ las leyes fiscales de estos haciendo pivotar sus capitales y beneficios de un país a otro, de una economía a otr; a partir de ese momento, los Estados, se acabaron. Cierto, cierto: ‘el poder del Estado’, ‘la representatividad de los Gobiernos’: bla, bla, bla: cuando, legalmente, ¡atención!, una compañía puede derivar pérdidas de un país a otro en función de intereses fiscales, se acabó el Estado.

En esa línea, ahora toca China. Se ha puesto de moda: China será el próximo poder mundial. Pues pienso que no, que China volverá a las sombras de las que la sacaron a finales de los 70, ¿quiénes?, quienes buscaban derivar su poder hacia una zona virgen y con posibilidades.

China es un país con unos atrasos de todo tipo que hacen sonrojar, con unas carencias inimaginables, con un modelo que se basa en el terror en el que la represión imperial sumió a la población china en el siglo XVII (por no remontarnos más atrás); un país con unos niveles de dependencia estratosféricos: depende del exterior para obtener inversión, para producir de todo, como destino de inversión. China ‘ha ido bien’, mientras el planeta ‘ha ido a más’, ahora que ‘va a menos’, China se acabó.

En el 2011, cuando la crisis se haga insoportable: a nivel global, a nivel local, China volverá a ser lo que fue: un imperio interior con 1.300 millones de habitantes sumido en una economía de subsistencia. ¿Quiere esto decir que todas las fuerzas económicas chinas están condenadas?, ¡claro que no!.

El futuro es de las corporaciones (ya se lo he dicho, se lo repito: estudien el modelo General Electric: los tiros van a ir por ahí: es el embrión de la nueva era), de las corporaciones gigantescas, integradas vertical y horizontalmente, con divisiones temáticas, estructuradas en red, en red tridimensional, claro (o más que tridimensional: una de las aplicaciones del bosón de Higgs, nos dicen, puede ser descubrir que existen más de tres dimensiones espaciales). Bien, pues ahí ‘China’ puede jugar un papel básico, pero, ¡ojo!: ‘China’, no China.

‘Trozos’ de China, ‘partes’ de China, ‘elementos’ de China, pueden ser partes de redes de corporaciones postglobales y jugar en ellas papeles estelares, fundamentales, pero la China que hoy conocemos, el Estado chino que hoy vemos, pienso que tiene los años contados, como el español, el canadiense, el búlgaro, el estadounidense y el marroquí: los Estados se acaban porque han dejado de ser útiles, necesarios. ¡Adiós, Estados!.

¿Será mejor lo que venga después?, como se decía antes: NPI. Será diferente, será lo que entonces toque. Del mismo modo que hoy es inimaginable la monarquía absoluta porque, hoy, no toca y, sin embargo, en el siglo XVI era inconcebible otra forma de Gobierno, a mediados del siglo XXI el Estado actual y los Gobiernos de hoy serán antiguallas reservadas a los museos (virtuales, naturalmente).

O sea, que China, no.

No cambio de tema. Mr. Buffett se ha metido en Goldman; me pregunto, ¿para qué quiere Warren Buffett meterse en un banco?; lo único que se me ocurre: porque quiere tener un banco. Segunda pregunta: vale, quiere un banco, por eso se ha metido en Goldman: para estar ya en uno cuando empiece el baile de las absorciones, pero, ¿por qué ahora si podrá comprar mucho más barato cuando la crisis estalle?, pues, me he respondido, porque, al margen de, así, estar ya en el ajo (no es lo mismo estar desde ya que ser, luego, un recién llegado), lo que Mr. Buffet más le ha interesado, pienso, es el acuerdo de futuro al que ha llegado: hasta el 2013, es decir, durante todo el período más duro de crisis podrá comprar. Recuerden la frase de Bill Gates: “En el futuro, los servicios bancarios continuarán siendo necesarios, los bancos, no”. Un banco dará acceso al meollo de los cambios que van a tener lugar, algo que a Mr. Buffett, le priva.

Continúo sin cambiar de tema: las prisas para aprobar el plan de intervención USA: ¿se dan cuenta de que el tema se está tomado como si fuese el último cartucho?: oyendo a Mr. Bernanke, a Mr. Paulson, se percibe ansiedad: ‘es imprescindible’: no hay nada más detrás de esto, y, aunque no he tenido la oportunidad de hablar con ninguno de ambos, ¿de verdad se creerán que va a funcionar, que va a solucionar algo?. Ya hablaremos de esto: da miedo.

Tampoco ahora cambio de tema. En el reino, el Sr. Gallardón: no hay pasta para …………. (pongan lo que quieran en la línea de puntos). Ha sido el primer alcalde que lo ha dicho, habrá más. En Barcelona, estos días, las fiestas de la Mercè: la patrona de la ciudad; otra vez la misma sensación por parte de algunas/os: ‘son las últimas, las últimas’.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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