1 de agosto de 2008

The Way We Were

Me vale el título (Sydney Pollack, 1973), pero, del tema principal, hay estrofas que van como anillo al dedo:
“Scattered pictures,
Of the smiles we left behind
Smiles we gave to one another
For the way we were”.

Martinsa-Fadesa, en principio una compañía que no le han salido los negocios en los que estaba metida, como tantas otras: un fracaso empresarial, pero en realidad no es así, no será así: voy a hacer un vaticinio: pienso que la historia recordará a Martinsa (a Fadesa, estoy convencido, el imaginario popular la olvidará: la historia puede ser muy injusta) como símbolo de una época. Martinsa será sinónimo de un modo-de-hacer-las-cosas, de una época que no volverá. Cuando su nombre se pronuncie evocará aromas de algo que pasó y que ya será imposible que retorne, del mismo modo que, sin ser lo mismo, claro, Matesa, Sofico y Redondela nos traen a la memoria recuerdos de épocas que no volverán.

Martinsa: ‘The Way We Were’. A lo largo de los meses muchas cosas se irán aclarando, resolviendo, sin embargo, una no se aclarará porque no puede aclararse: ¿cómo, la inmobiliaria, ha llegado a esta situación?. No me refiero a lo evidente: la adquisición de Fadesa por parte de Martinsa fue decisiva en su declive, me refiero a la razón por la que a Martinsa, distintas entidades financieras le concedieron un crédito sindicado de 2.579 millones de euros a fin de adquirir Fadesa. ¿Qué movió a las entidades que participaron en ese crédito a concederlo?. ¿Cuáles fueron los razonamientos de sus gestores para permitirlo?. Ojo, no lo critico -no soy quien para hacerlo-, simplemente me gustaría saber el por qué, me gustaría saberlo porque ahí radica gran parte de la explicación de lo que se nos está viniendo encima. Mi interpretación es muy simple.

En el año 1991, pero, sobre todo, en el 2003, se puso en marcha un proceso en el que la idea central era muy sencilla: “Todo es posible”; aceptado esto, el paso siguiente fue descubrir cómo conseguirlo; y se descubrió: el crédito. Desde 1991, pero, sobre todo desde el 2003, se concedió crédito a quien lo quisiese, así, sin más, mucho o poco (más mucho que poco), y el crédito se convirtió en combustible y lubricante del sistema. El esquema podía fallar, pero inconscientemente (quiero suponer) se pensó que para eso existen los ‘poderes públicos’: ahí estaba, por ejemplo, el salvamento de LTCM en 1999.

Martinsa es un ejemplo -será el ejemplo- de lo que se ha hecho mal … porque ha salido mal. ¿Cuántas Martinsas -en la construcción y en la no construcción- existirán en estos momentos en el reino, en Europa, en el planeta?, compañías, negocios, nacidas y diseñados al calor de un crédito que se antojaba infinito e inagotable, al abrigo de una capacidad de endeudamiento que se creyó ilimitada. Martinsa hizo muchas cosas mal, sí, pero quienes la financiaron respaldaron su proceder.

La idea: el beneficio será tremendo porque todo es posible ya que el crédito es inagotable y la capacidad de endeudamiento infinita; es el movimiento continuo, el motor que se autoalimenta, el móvil perpetuo. ¡Brutal!. El sueño de cualquier economista, de cualquier empresario.

Ya, ya, en el fondo no es más que ‘la avaricia rompe el saco’, pero no seamos tan aguafiestas, además, los poderes públicos están ahí, ya verán como con dinero público, al menos de momento: hasta Noviembre, se van tapando agujeros: Sr. Miguel Sebastián, ministro de Industria: ‘si hay suelo disponible …’; también está ICO, aún no, claro, pero será para defender los intereses de las familias afectadas.

Lord Keynes, en una de sus antológicas salidas, dijo esto: “El principal problema de invertir de forma apalancada en el mercado es que éste puede mantenerse mucho más tiempo irracional del que tú eres capaz de mantenerte solvente”. En la época, por ‘mercado’ se entendía, mayoritariamente, el de valores, hoy sabemos que ‘mercado’ es cualquier lugar con dimensión global en el que invertir cuanto sea, donde sea, del modo que se considere oportuno.

El problema es el tiempo durante el que puedes mantenerte solvente.

The way we were.

(Ya es oficial: el Banco de España, el Miércoles: 0,3%, 0,1%; ¿qué viene después. Y da recetas: será por costumbre: no van a servir: no funcionan en una crisis sistémica. Y se continúa machacando a los salarios, como si bajarlos (incluso) fuese a solucionar algo. En esta línea, el BBVA ha publicado previsiones: continúan siendo altas: bajarán, las bajarán).

(Oído a la pisada: un economista japonés se hará cargo, en pleno Agosto, de la dirección de Nissan España sustituyendo a quien, hasta ahora, ocupaba el puesto (un español) que se va de la compañía después de haber hecho cosas muy buenas. Es mi personalísima opinión: en Nissan España van a tener que tomarse decisiones tan tremendas, van a tener que hacerse cosas tan terribles, que, quien manda, ha llegado a la conclusión de que es mejor que las toma y que las haga alguien de la matriz que sea natural del país en el que se halla la sede (oficial) de la misma. Insisto al cuadrado: es mi opinión).

(Bueno: ya estamos aquí: “We’re in a recession”: http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=aW9BoDQLVQ9I&refer=home).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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