5 de noviembre de 2008

Apuntes (seguimos) – y 3

59 – Estamos ante una crisis sistémica -como la de 1929, que también lo fue-, entonces, dirá alguien ‘La solución está en incrementar el gasto público, como entonces’. Desafortunadamente, la respuesta es negativa y, desafortunadamente, porque sé que algunas/os economistas, algunas/os con un amplísimo prestigio, piensan que sí, que la solución estriba en que el Estado incremente su gasto. ¿Por qué?.

La crisis que se generó a partir del crash del 29 fue una crisis de falta de dimensión: el fortísimo incremento de la productividad obtenido en la década de los años 20 no podía ser absorbido por un organismo que llevaba un siglo acumulando capital y viviendo en la restricción permanente, por lo que al ponerse en marcha una serie de mecanismos financieros a fin de absorber esa mayor productividad que no tenía cabida en ese mundo morigerado, el tinglado se vino abajo. El resultado de ese proceder fue la especulación, el endeudamiento y la ruptura del marco de referencia porque, como bien vio Keynes, la cosa daba para mucho al ser el desempleo de los factores productivos elevadísimo, pero había que cambiar el marco. Además, ningún problema había con los recursos (commodities): se pensaba que eran inagotables y baratas.

Ahora la productividad ha crecido y puede aumentar muchísimo más, pero no para crecer: para ‘ir a más’, si no para ser más eficiente ya que ahora sabemos que los recursos son escasos y crecientemente caros, por lo que la productividad del uso de factores productivos tenderá a crecer. En un escenario como ese, incrementar el gasto público -y privado- no tiene sentido, y sí lo tiene reducir los déficits, pero no para decrementar el riesgo país, ni para mejorar otros ratios financieros, sino por pura eficiencia: ‘déficit’ = gastar más de lo que se produce, ‘inflación’ = demandar más de lo que la oferta es capaz de producir, ‘crecer’ = gastar, consumir, justo cuando de lo que se trata es de utilizar lo estrictamente necesario de la forma más eficiente posible. Por ello vamos hacia un ‘menos-con-muchísimo-menos’. ¿Otra filosofía?. ¡evidentemente: ya la definimos!. ¿Otra estructura de funcionamiento? : ¡claro: la estamos definiendo!.

Y siguiendo con la productividad, en el reino, el Ministerio de Trabajo quiere tomar una serie de medidas orientadas a reducir la rampante tasa de desempleo del factor trabajo, por ejemplo ¿subvencionar? con 1.500 euros anuales a las empresas que contraten de forma indefinida a personas desempleadas con cargas familiares. Pregunta: 1.500 euros anuales, aún suponiendo que sea durante un siglo, ¿van a hacer que empresas que no habían considerado contratar a una o varias personas las contraten indefinidamente?. ¿Alguien se ha dado cuenta de que como sean muchas lo que se estará constatando es el bajísimo valor añadido generado por parte del factor trabajo español?.

Otra de las medidas que va a proponer en Ministerio de Trabajo es muy significativa: el fomento del autoempleo. ¿Saben que significa eso?, pues que se es consciente de que no sólo la tasa de ocupación va a disminuir, sino que su disminución va a ser permanente, por lo que, lo que se está diciendo es: ‘que cada palo aguante su vela’.

60 – Ha dimitido la cúpula de La Ardilla, ¿porque han perdido dinero en Bolsa?. Esa cúpula dice que en Primavera había dado la orden de no operar directamente en los mercados: había que hacerlo a través de la banca de mercados que en Francia comparten las Cajas de Ahorro, en Primavera, es decir, que durante unos meses quienes en La Ardilla se dedicaban a estos menesteres incumplieron la orden y continuaron haciéndolo, y no pasó nada. Mi pregunta: ¿será porque con sus decisiones ganaban en la Bolsa?.

61 - ¡Y dale!, otra vez, la enésima, con el tema de las remuneraciones de los altos directivos: ¿cómo es posible, se dice que los responsables de una entidad financiera que recibe ayudas tengan las remuneraciones que tienen?, ¡pues porque figuran en su contrato!, un contrato que fue aprobado por las cúpulas de esas compañías y a los que nadie dijo ni pío, contratos que contemplaban unas remuneraciones estratosféricas y sin salvedades, y que se justificaron (ante los suaves rumores de reprobación) con el argumento de que esos altos directivos iban a aumentar espectacularmente el ‘valor para el accionista’. ¿Saben que sucedería si a esas personas no se les pagasen las cantidades que figuran en sus contratos?, pues que darían mucho trabajo a muchos abogados y a muchos jueces y fiscales. A toro pasado criticar es muy fácil, buscar culpables, más.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

No hay comentarios: