28 de octubre de 2008

Derivados

El País Negocios del pasado día 12 de Octubre, en sus páginas 12 y siguientes, publicó un artículo firmado por Meter S. Goodman verdaderamente excepcional, digno de primera página: la crónica de la génesis de los derivados financieros y de su impacto en la economía planetaria. Léanlo, se lo recomiendo. A partir de aquí, vayamos un poco más allá.

Madurez: la evolución de la situación que estamos viviendo ha llegado a un punto en el que ya se quiere explicar el motivo de que hayamos llegado hasta aquí: explicar porqué hemos llegado al borde del abismo. Mal asunto si ya estamos en ese punto: es una señal de que se disponen de muy pocos argumentos que aportar de cara al mañana (al de después de la crisis).

Cuando se habla de la actual situación hay que hablar de derivados, y si se habla de derivados hay que hablar de Alan Greenspan. El razonamiento, entonces, es automático. Greenspan, como presidente de la FED, tenía autoridad para haber recomendado la regulación de los productos derivados; como su política fue justo por el lado contrario, y como los derivados han sido los principales responsables de la situación actual, Greenspan es el responsable de lo que ha sucedido. Lo digo ya: no estoy de acuerdo con el razonamiento.

Mr. Greenspan, evidentemente, se defiende de estas acusaciones, pero se defiende utilizando argumentos pueriles e inadmisibles, actitud incomprensible en una persona de su talla profesional. Así dice cosas como que confió en que las personas que invertían serían honradas y se autorregularían eficientemente, por lo que el mercado sería suficiente para controlar estos productos financieros. Lo dicho: pueril e inadmisible. La verdad, pienso, es mucho más compleja y mucho más pavorosa.

El sistema, nuestro sistema, está basado en la búsqueda del máximo beneficio individual (recordemos que, para el calvinismo, hacer eso suponía que Dios viera con mejores ojos a quienes eso hacían). Los primeros burgueses capitalistas se lanzaron a esa búsqueda; la evolución de ese afán: los trusts, fue el abismo al que el Capitalismo se vio abocado a finales del siglo XIX, evolución por otra parte obvia: el monopolista será el capitalista que mejor habrá hecho lo que tenía que hacer: maximizar su beneficio.

Se reguló, pero era evidente que en esa línea -la maximización del provecho individual- algo más iba a ocurrir, y no tardó mucho: la especulación financiera, inmobiliaria y crediticia de la segunda mitad de los años 20 (¿les suena?) coincidiendo con un incremento espectacular de la productividad. En esa ocasión el sistema se agotó y devino una crisis sistémica.

Bien, ¿quiénes fueron los culpables del crash del 29?, ¿qué ocasionó la Gran Depresión?. Los culpables de aquel crash fueron quienes pudieron llevar al límite la máxima del sistema … porque la evolución de este se lo permitió. Lo que ocasionó la Gran Depresión fue una filosofía, un modo de hacer las cosas que consideraba idóneo todo el mundo que pintaba algo en la época. Y ahora sucede lo mismo.

El sistema ha sido llevado hasta un límite de ruptura porque era el único modo de continuar creciendo: sin hiperconsumo, sin hipercrédito, sin hiperendeudamiento, sin hiperapalancamiento, no hubiese sido posible crecer más, y todo el mundo quiere crecer más porque la máxima del sistema apunta a eso, y eso ha llegado a un punto insostenible.

Como en 1929, por la misma razón, se ha puesto en marcha una crisis: un cambio, aunque con una diferencia sustancial: en el 29 el sistema ‘iba a más’: ningún problema había con los recursos; ‘a menos’ va ahora el sistema. Entonces la recuperación vino por el lado del ‘más’, ahora vendrá por el de la eficiencia: por el del ‘menos’. Será después: primero el cambio, y los humanos sólo sabemos hacerlo de una manera: no somos entes angélicos.

(España, aunque lo parezca, no mendiga, no se equivoquen, lo que sucede es que el Gobierno (y más gente cuyos nombre no aparecen), sabe la superimportancia que va a tener estar, o no, en esa betería de reuniones cuya cinta inaugural va ser cortada en Washington a principios de Noviembre y que ha sido montada bajo el paraguas del G – 20. ¿En qué radica esa superimportancia?, pues en ser o no ser alguien en la estructura económica de las siguientes décadas, ni más ni menos).

(¿Recuerdan que a principios de Agosto, en estas mismas páginas, pensaba -en voz alta- que algo debía haber detrás de que el Sr. José Vicente de los Mozos dejase la dirección de Nissan España y que el puesto fuese a ser ocupado por el directivo nipón Mr. Fumiaki Matsumoto?. Bueno, ya tengo una teoría, una teoría teórica, evidentemente).

(Mr. Greenspan pide perdón por lo que no hizo. O sea, que de ser Greenspan I el Genio pasará a ser recordado como Greenspan I el Malo. Si no lo veo no lo creo, sobre todo porque no alcanzo a ver de qué tiene que pedir perdón y en base a qué tiene que pedirlo).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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